Satya Yuga-Terra

Resurrección deYukteswar, entender Terra y 5ª dimensión

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La dictadura NOM de Jewtube ya no me deja subir videos se inventó otro strike falso  por hablar del covid  (y ni lomenciono) y me quitó el video de sadgurú, donde hablo de china y espías rusos.Ya veis por qué me bloqueeron en todas las redes, vimeo (cerrado)  , FaCIAbook, twitter e instagram bloquean links  de mi web me dijeronFijaos como tras el strik de Qanon donde no insultaba y me lo quitaron por violencia siendo una  estafa ya conocida, ahora van a por mí, de China , Rusia, espías y PUTIN no dejan hablar nada, ved por qué usamos palabras clave.Sadgurú es una estafa también promovida por  IA por la granja de troles de envenenador Putin para neutralizar a Anadamurti,uno de cuyos nombres es SadGuru Gran Maestro.

Aprovechamos para dar un texto de un buen Guru, Sri Yukteswar, maestro de Yogananda. Actualmente la secta de Yogananda y su kriya yoga es un macronegocio como todas, no picar y Yogananda tiene una visión demasiado buenista de todos defendiendo a estafadores como Gandhi.

Muchos tuvisteis experiencias en Terra -la Tierra del Futuro en Satya Yuga- que mostré en varios audios, ya lo vislumbrasteis es real, y algún día llegaremos y esporádicamente en meditación puedes Entrar.

Este es el capítulo 43 de Autobiografía de un Yogui, su maestro Sri Yukteswar  se aparece  después de muerto y cuenta como es el mundo astral y la futura Terra, es decir , los niveles de cuarta y quinta dimension  (hiranyaloka o lugar dorado sería el de la quinta):

LA  RESURRECCIÓN DE SRI YUKTESWAR, AUTOBIOGRAFÍA  DE UN YOGUI, YOGANANDA, 1947

“(…)— Adorable Maestro, por favor, cuéntame más acerca del cosmos astral.
—Aunque yo había aflojado ligeramente mi brazo, a petición de Sri
Yukteswar, aún permanecía estrechándolo. ¡Tesoro más valioso que todos los
tesoros, mi Maestro espiritual que burló a la muerte por llegar a mí!
— Hay ahí muchos planetas rebosantes de seres astrales —continuó el
Maestro—; los habitantes se valen de vehículos astrales o masas de luz, para
transportarse de un planeta a otro, más veloces que la electricidad y que las
energías radiactivas. El universo astral, hecho de varias vibraciones sutiles de
luz y calor, es ciento de veces más grande que el cosmos material. Toda la
creación física está suspendida como una canastita sólida bajo el enorme globo
luminoso de la esfera astral. Tal como en el espacio vaga una diversidad de
soles y estrellas físicas, así hay también innumerables sistemas astrales de
soles y estrellas. Sus planetas tienen soles y lunas mucho más bellos y
numerosos que los físicos. Las luminarias astrales parecen auroras boreales, la
aurora astral del sol es más deslumbrante que la aurora lunar de rayos tenues.
El día y la noche astrales son más prolongados que los terrenos.
“El mundo astral es infinitamente bello, limpio, puro y ordenado. No hay
ahí planetas que fallezcan ni regiones estériles. Los defectos terrestres tales
como: malas hierbas, bacterias, insectos, serpientes, no existen allí. Tampoco
los climas y estaciones variables de la Tierra; los planetas astrales conservan
una temperatura uniforme de primavera eterna con ocasionales nevadas
blancas y lluvias de luces de varios colores. Los planetas astrales son
abundantes en lagos opalinos, mares brillantes y río de arco iris.
“El universo astral ordinario —no el sutil cielo de Hiranyaloka— está
poblado con millones de seres astrales, quienes llegaron, más o menos
recientemente, procedente de la Tierra y también acompañados de miríadas de
sirenas, ninfas, pescados, animales (terrestres), duendes, gnomos, semidioses y
espíritus hermosos; todos residen sobre diferentes planetas astrales, de acuerdo
con las calificaciones (grados de condición) kármicas. Varias mansiones
esféricas o regiones vibratorias están acondicionadas para buenos y malos
espíritus. Los buenos pueden viajar libremente, pero los espíritus malos están
confinados a

ERA EL LIBRO FAVORITO DE STEVE JOBS

Zonas limitadas. De la misma manera que los seres humanos
viven sobre la superficie de la tierra, los gusanos dentro de ella, los peces en el
agua y los pájaros en el aire, así los seres astrales de diferentes grados están
colocados en cuarteles vibratorios adecuados.
“Entre los oscuros ángeles caídos, expulsados de otros mundos, surgen
refriegas y guerras con bombas vitatrónicas o con rayo mántricos vibratorios
de la mente.
“Estos seres habitan en regiones cargadas de tinieblas del cosmos astral
más bajo, saldando el mal contenido en su karma.
“Encima de la oscura prisión astral brilla la belleza de vastos reinos. El
cosmos astral está más armonizado, por naturaleza, que la tierra con la
voluntad divina y con el proyecto de perfección. Cada objeto astral está
primariamente manifestado por la voluntad de Dios, y parcialmente por la
voluntad proclamada de los seres astrales. Ellos poseen el poder de modificar
o realizar la gracia y la forma de cualquier cosa creada por el Señor. Él ha
dado a sus hijos astrales el privilegio y libertad de cambiar o mejorar a
voluntad el cosmos astral. Sobre la tierra un sólido debe transformarse en
líquido u otra forma sólo al través de procesos naturales o químicos, en
cambio, los sólidos astrales se convierten, al instante, en líquidos, gases o
energías astrales, únicamente por la voluntad de sus habitantes y sin procesos
más o menos largos.
“La tierra está entenebrecida por guerras y asesinatos en el mar, tierra y
aire —continuó mi gurú—; en cambio, en los reinos astrales superiores se
observa una igualdad y armonía felices.
“Los seres astrales toman forma o la dejan de tomar a voluntad. Las flores,
pescados o animales pueden metamorfosearse a sí mismos por un tiempo en
hombres astrales. Todos los seres astrales son libres de asumir cualquier forma
y pueden fácilmente comunicarse entre sí. No hay una ley natural fija,
definida, que los impulse a su acatamiento. A cualquier árbol astral, por
ejemplo, se le puede pedir satisfactoriamente que produzca un mango astral o
cualquier otra fruta que se desee, o flores, o ciertamente cualquier objeto.
“Ciertas restricciones kármicas están presentes, pero en el mundo astral no
hay prácticamente limitaciones para desea y obtener múltiples formas
radiadas. Todo es vibrante con la luz creativa de Dios. Nadie nace de mujer;
las proles de seres astrales toman forma por la ayuda que imparte su voluntad
cósmica en peculiares condensaciones modeladas.
“El ser que recientemente abandonó su cuerpo físico va a integrarse a una
familia astral invitado por atracción de tendencias mentales y espirituales
similares. Al cuerpo astral no le afectan ni el frío ni el calor ni otras
condiciones naturales físicas. Su anatomía incluye un cerebro astral, o el loto
de mil pétalos de luz y seis centros perceptores activos en el eje cerebroespinal
o Sushumna. El corazón atrae tanto la energía cósmica como la luz del cerebro
astral o vitatrones cerebrales y los bombea a los nervios astrales y a las células
del cuerpo o vitatrones. Los seres astrales pueden afectar la forma de sus
cuerpos con la fuerza vitatrónica o con vibraciones mántricas.
“El cuerpo astral es una contraparte exacta de la última forma física. Los
seres astrales conservan la misma apariencia que poseyeron durante la
juventud de su previa estancia terrena. Ocasionalmente un ser astral elige,
como en mi caso actual, conservar su estado de mayor edad.
El Maestro, emanando una verdadera fragancia de juventud, sonrió
alegremente.
— A diferencia del mundo físico tridimensional del espacio, que se conoce
sólo a través de los cinco sentidos, las esferas astrales se conocen por el sexto
sentido que incluye a los demás: la intuición. — Sri Yukteswar continuó—:
Todos los seres astrales ven, oyen, huelen, gustan y palpan mediante la
sensación absoluta de la intuición Poseen tres ojos, dos de los cuales están
cerrados parcialmente. El tercero y principal ojo, el astral, colocado
verticalmente sobre la frente, está abierto. Los seres astrales tienen todos los
órganos sensorios exteriores: oídos, ojo, nariz, lengua y piel, pero ellos
emplean el sentido intuitivo para percibir las sensaciones por conducto de
cualquier parte del cuerpo; pueden ver mediante los ojos, con la lengua, y
pueden saborear mediante los oídos o la piel, y así sucesivamente. El cuerpo
físico del hombre está expuesto a innumerables peligros, y se lesiona o mutila
con facilidad; el cuerpo astral etéreo puede cortarse o magullarse
ocasionalmente, pero recobra su normalidad al instante con sólo utilizar su
voluntad.
— Gurúdeva, ¿son bellas todas las personas astrales?
— La belleza en el mundo astral reside en la calidad espiritual, y no en la
conformación exterior — replico Yukteswar—. Por lo tanto, los seres astrales
dan poca importancia al semblante. Ellos tienen, sin embargo, el privilegio de
ataviar su entidad con cuerpo nuevos, llenos de color, hechos astralmente.
“Precisamente como lo hacen los hombres mundanos que se revisten de
indumentaria nueva en acontecimientos festivos, del mismo modo los seres
astrales se dan ocasión para adornarse a sí mismo en figuras especialmente
diseñadas. las regocijantes festividades astrales en planetas astrales superiores,
como Hiranyaloka, acontecen cuando un ser se libera del mundo astral debido
a su adelanto espiritual y está, por lo tanto, en condición de ingresar al cielo
del mundo causal.
“En tales ocasiones, el Padre Celestial Invisible y los santos que están
amalgamados con El, dan forma a sus cuerpos a su propia elección y se
asocian para la celebración astral. Con objeto de agradar a su amado devoto, el
Señor adopta cualquier figura que desea. Si el devoto adoró por conducto de la
devoción, él ve a Dios como a una Madre Divina.
“¡A Jesús, el aspecto Padre del “Uno Infinito”, se le revelo en forma mucho
más allá de toda concepción! ¡La individualidad con que el Creador dotó a
cada una de sus criaturas hace que cada demanda concebible e inconcebible
muestre la gran versatilidad del Señor! —mi gurú y yo reíamos felizmente.
“Los amigos de otras vidas fácilmente se reconocen uno a otro en el
mundo astral —prosiguió Sri Yukteswar con su bella voz, semejante a un
canto—. Regocijándose ante la inmortalidad de la amistad, ellos se dan cuenta
de la indestructibilidad del amor, del que a menudo se duda en el triste
momento de la engañosa separación de la vida terrenal.
“La intuición de los seres astrales perfora el velo de Maya y observa las
actividades humanas sobre la tierra; en cambio, el hombre no puede mirar el
mundo astral a menos que su sexto sentido se desarrolle de algún modo. Miles
de habitantes terrenales han vislumbrado momentáneamente a un ser astral o a
un mundo astral.
“Los seres aventajados de Hiranyaloka permanecen despiertos la mayor
parte del tiempo y en éxtasis durante los prolongados días y noches astrales,
ayudando a solucionar problemas intrincados del gobierno cósmico y a la
redención de los hijos pródigos y a las almas vinculadas a la tierra. Cuando los
seres de Hiranyaloka duermen, tienen visiones astrales semejantes a sueños.
Sus mentes están ordinariamente absortas, conscientes del supremo goce del
más íntimo y continuo contacto con Dios, o sea el éxtasis Nirbikalpa.
“Los habitantes de todas las partes de los mundos astrales están aún sujetos
a las agonías mentales. las mentes sensibles de los seres superiores sobre
planetas como Hiranyaloka, sienten un dolor agudo si se comete cualquier
error en la conducta o en la percepción de la verdad. Estos seres eminentes se
empeñan en armonizar cada uno de sus actos y pensamientos con la ye
espiritual de la percepción.
“La comunicación entre los habitantes astrales se verifica totalmente por
telepatía y televisión astrales; allí no existe la confusión ni la interpretación
errónea de la palabra escrita o hablada, como inevitablemente tiene que sufrir
una mayoría de los habitantes terrenales justamente como los personajes que
aparecen sobre la pantalla cinematográfica en movimiento y actúan mediante
imágenes luminosas, pero que, en realidad, no respiran, de igual modo los
seres astrales andan y trabajan tan inteligentemente guiados y coordinados
como las imágenes luminosas sin la necesidad de extraer la fuerza energética
del oxígeno. El hombre depende de la substancias sólidas, líquidas, gaseosas y
energéticas; los seres astrales se mantienen principalmente con la luz cósmica.
— Maestro mío, ¿comen alguna cosa los seres astrales?
Yo estaba bebiendo en sus maravillosas elucidaciones con la receptibilidad
de todas mis facultades; de la mente, el corazón y el alma. Las percepciones
superconscientes de la verdad son permanentemente reales e inmutables,
mientras que las fugaces impresiones sensorias jamás son verdaderas, sólo
relativa y temporalmente, y pronto pierden su vivacidad en la memoria; las
palabras de mi gurú se imprimieron tan penetrantemente en el fondo de mi ser,
que en cualquier momento, transfiriendo mi mente al estado superconsciente,
yo puedo revivir fácilmente la divina experiencia.
— Hortalizas luminosas, semejantes a rayos abundan en las tierras astrales
—contesto él—. Los seres astrales consumen verduras, y beben el néctar que
fluye de los manantiales de luz de los arroyos y ríos astrales.
“De la misma manera que sobre la tierra las imágenes invisibles de
personas pueden ser arrancadas del éter y hacerse visibles mediante un aparato
de televisión , y más tarde difundidas al espacio, así los “campos” astrales
creados por Dios, de hortalizas y plantas que flotan en el éter sin ser vistos,
son precipitados sobre un plano astral por la voluntad de sus habitantes. Del
mismo modo, de la caudalosa fantasía de estos seres, toman forma todos los
jardines de flores fragantes, volviendo más tarde a su invisibilidad etérea. Si
los moradores de los planetas celestiales, como Hiranyaloka, son exentos en
absoluto y para siempre de la necesidad de comer, superior es aún la
incondicionada existencia de las almas casi completamente liberadas: las del
mundo causal que no comen nada, excepto el maná de la bienaventuranza.
“El ser astral liberado de la tierra se encuentra allí con multitud de padres,
madres, esposas, maridos y, amigos, adquiridos durante las diferentes
encarnaciones sobre la tierra, a medida que aparecen de tiempo en tiempo en
varias partes de los reinos astrales, por lo tanto, el no hace distinción para
querer a alguien en particular; él aprende de este modo a dedicar un amor igual
y divino para todos, como hijos y expresiones personales de Dios. si bien la
apariencia exterior de los que son queridos puede ser cambiada, más o menos
de acuerdo con el desarrollo de nuevas cualidades en la última vida de
cualquier alma particular, el ser astral emplea su infalible intuición para
reconocer a todos aquellos que una vez le fueron queridos en otros planos de
existencia, y para darle la bienvenida a su nuevo hogar astral. Porque cada
átomo en la creación está dotado inextinguiblemente de individualidad, un
amigo astral será reconocido no importa de qué hábitos se revista, así como en
la tierra, la identidad de un actor se descubre por una observación minuciosa,
no obstante que se oculte tras cualquier disfraz.
“El periodo de vida en el mundo astral es más prolongado que el de la
tierra. El promedio normal de vida en los seres astrales aventajados tiene una
duración entre quinientos y mil años, medidos con el patrón de tiempo que se
usa en la tierra. Como ciertos pinos gigantes californianos sobrepasan en
milenios a la mayoría de otros árboles, o como algunos yoguis viven algunos
centenares de años, mientras que una mayor parte de los hombres muere antes
de alcanzar la edad de sesenta años, así también algunos seres astrales viven
más tiempo que el período ordinario de existencia astral. Los visitantes del
mundo astral habitan allí por un término más o menos largo, de acuerdo, con
el peso de su karma físico, el cual los arrastra de nuevo a la tierra dentro de un
tiempo determinado.
“El ser astral tiene que combatir dolorosamente contra la muerte en el
momento de mudar su cuerpo luminoso. Muchos de estos seres sin embargo,
se sienten ligeramente inquietos ante el pensamiento de abandonar su forma
astral, cambiándola por la causal más sutil. El mundo astral está libre de la
oposición a la muerte, enfermedad o a la edad avanzada. Estos tres temores
son la maldición, donde el hombre permitió que su conciencia se identificar a
sí misma casi enteramente con el frágil cuerpo físico que requiere una
constante aportación de aire, alimento y sueño con objeto de subsistir.
“A la muerte física concurren la falta de respiración y la descomposición
de las células orgánicas; la muerte astral consiste en la dispersión de
vitatrones, esas unidades manifestadas de energía que constituyen la vida de
los seres astrales.
“En la muerte física un ser pierde su conciencia carnal y se entera que
ocupa un cuerpo sutil en el mundo astral. Experimentando la muerte astral, a
su debido tiempo, un ser pasa, así, de la conciencia del nacimiento y muerte
astrales a aquélla de nacimiento y muerte físico. Estos ciclos periódicos de
alojamiento en cuerpos astrales y físicos constituyen el destino ineluctable de
todos los seres, aún no iluminados.
“Las definiciones de las Escrituras sobre el cielo y el infierno algunas
veces agitan en forma subconsciente los recuerdos más recónditos del hombre
en su larga serie de experiencias en el alegre mundo astral y en el
desconcertante mundo terrestre.
— Amado Maestro —pregunté yo—. ¿No quieres hacerme el favor de
realizar una descripción más detallada sobre las diferencias que existen entre
el renacimiento sobre la tierra y el renacimiento en las esferas astral y causal?
— Apareciendo el hombre como un alma individualizada, es de cuerpo
esencialmente causal — explicó mi gurú—. Ese cuerpo constituye la matriz de
las treinta y cinco ideas requeridas por Dios como fuerzas de pensamiento
básico o causal, de las cuales Él forma más tarde el sutil cuerpo astral de
diecinueve elementos y el pesado cuerpo físico de dieciséis elementos.
“Los diecinueve elementos del cuerpo astral son: mentales, emocionales y
vitatrónicos. Estos diecinueve componentes son integrados por: la inteligencia,
el yo o ego, la emoción, la mente (conciencia de los sentidos); cinco
instrumentos del conocimiento, las contrapartes sutiles de los sentidos como;
vista, oído, olfato, gusto y tacto; cinco instrumentos de acción (la
correspondencia mental para las habilidades ejecutivas): procrear, excretar,
hablar, caminar y la habilidad para trabajos manuales; y cinco instrumentos de
fuerza vital, que dan poder para desempeñar: la cristalización, asimilación,
eliminación, metabolización y las funciones circulatorias del cuerpo. Esta sutil
incorporación astral de diecinueve elementos sobrevive a la muerte del cuerpo
físico, que está integrado por dieciséis elementos burdos, metálicos y no
metálicos. Dios elaboro diferentes ideas en su interior y las proyectó
plasmadas en sueños. Maya, la Cósmica Señora, surgió decorada en toda su
colosal relatividad de ornamentos sin fin.
“En las treinta y cinco categorías de pensamiento de cuerpo causal, Dios
elaboró todas las complejidades de las contrapartes del hombre, diecinueve
astrales y dieciséis físicas. Mediante la condensación de las fuerzas
vibratorias, primero sutiles y densas después. El produjo el cuerpo astral del
hombre y finalmente su forma física. De acuerdo con la ley de relatividad por
la cual la Simplicidad Prístina llegó a ser la desconcertante Multiplicidad, el
cosmos causal y el cuerpo causal son diferentes al cosmos astral y cuerpo
astral; la misma variación característica se encuentra entre el cosmos físico y
cuerpo físico y las otras formas de la creación.
“El cuerpo carnal está hecho por los sueños fijos y materializados del
Creador. Las dualidades están siempre presentes sobre la tierra: enfermedad y
salud; dolor y placer; pérdida y ganancia. Los seres humanos encuentran
limitación y resistencia en la materia tridimensional. Cuando el deseo del
hombre de vivir es rudamente sacudido por la enfermedad y salud; dolor y
placer, pérdida y ganancia. Los seres humanos encuentran limitación y
resistencia en la materia tridimensional. Cuando el deseo del hombre de vivir
es rudamente sacudido por la enfermedad o por otras causas, sobreviene la
muerte; el pesado abrigo de la carne se cambia temporalmente. El alma, sin
embargo, continúa enjaulada en sus cuerpos astral y causal. La fuerza adhesiva
mediante la cual los tres cuerpos se mantienen unidos, es el deseo. El poder de
los deseos no satisfechos es la raíz de toda la esclavitud humana.
“Los deseos físicos tienen su base en el egoísmo y en los placeres de los
sentidos. La coacción o tentación de la experiencia sensoria es más poderosa
que la fuerza del deseo relativo al apego astral o al de las percepciones
causales.
“Los deseos astrales se concentran alrededor del goce en términos de
vibración. Los seres astrales disfrutan de la música etérea de las esferas a que
tienen acceso, por conducto de la vista disfrutan de toda la creación como una
expresión inexhausta de luz cambiante. Los seres astrales deleitan sus sentidos
oliendo, gustando y tocando la luz. Los deseos se supeditan así al poder de los
seres astrales para precipitar todos los objetos y experiencias con figuras
luminosas, o como pensamientos condensados o con sueños. Los deseos
causales se realizan sólo por la percepción. Los seres que están próximos a ser
libres y ocupan cuerpo causal, ven todo el universo como realizaciones de las
ideas-sueños de Dios. Ellos pueden materializar todas las cosas valiéndose de
material mental puro. Por lo tanto, los seres causales consideran el goce de las
sensaciones físicas o los deleites astrales, densos y sofocantes para la fina
sensibilidad del alma. Los seres causales cumplen sus deseos
materializándolos al instante. Aquellos que tienen cubierta su alma por un
delicado velo como envoltura causal pueden representar los universos en
manifestación, igualando el poder del Creador. Debido a que toda la creación
está hecha de la contextura cósmica del sueño, el alma sutilmente revestida de
la substancia finísima del mundo causal tiene un vasto poder de acción.
“Siendo invisible por naturaleza, un alma puede distinguirse sólo por la
presencia de su cuerpo o cuerpos. La mera presencia de un cuerpo significa
que su existencia se hizo posible por deseos incumplidos.
“Tanto tiempo como el alma del hombre se encuentre encasillada en uno,
dos o tres recipientes— corpóreos, tapados apretadamente con los corchos de
la ignorancia, de los deseos, no podrá fundirse en el mar del Espíritu. Cuando
el burdo receptáculo físico se destruye por el martillo de la muerte, las otras
dos envolturas, astral y causal, permanecen aún para evitar que el alma se una
conscientemente a la vida Omnipresente.
“Cuando se obtiene la abstención del deseo a través de la sabiduría, su
poder desintegra las dos armaduras restantes.
“La diminuta alma humana emerge, libre al fin, se hace una con la
Inconmensurable Amplitud.”
Yo le pedí a mi divino gurú que arrojara aún mayor luz acerca del
misterioso mundo causal.
— El mundo causal es indescriptiblemente sutil —replicó él—; con objeto
de comprenderlo uno tendría que poseer un tremendo poder de concentración
que pudiera, cerrando los ojos, visualizar el cosmos astral y el cosmos físico
en todas sus vastedades, el globo luminoso con su sólido cesto, como
existiendo solamente en ideas.
“Si mediante esta sobrehumana concentración, uno tiene éxito para
convertir o reducir los dos cosmos con todas sus complejidades en ideas puras,
se podría, con esos requisitos satisfechos, alcanzar el mundo causal y
detenerse en la línea divisoria de fusión entre la mente y la materia.
“Allí percibe uno todas las cosas creadas: sólidos, líquidos, gases,
electricidad, energía, y todos los seres; dioses, hombres, animales, plantas,
bacterias como formas de conciencia, precisamente como un hombre cuando
cierra sus ojos y se da cuenta que existe, a pesar de que su cuerpo es invisible
para sus ojos físicos, pero está presente en su conciencia sólo como idea.
“Cualquier cosa que el ser humano pueda urdir en la fantasía, el ser causal
puede hacerlo en la realidad. La más colosal inteligencia imaginativa humana
es capaz, sólo en la mente, de tener alcance de un extremo de pensamiento a
otro; de saltar mentalmente de un planeta a otro, o desplomarse
interminablemente a un abismo eterno, o cernerse como un cohete en un dosel
galáctico, o cintilar como un reflector eléctrico sobre la vía láctea y los
espacios interestelares. Pero los seres en el mundo causal tienen una libertad
mucho mayor y pueden manifestar sin esfuerzo sus pensamientos en
instantánea objetividad, sin ninguna obstrucción material o astral o limitación
kármica.
“Los seres causales dan cuenta de que el cosmos físico no fue construido,
en su principio, de electrones ni tampoco el cosmos astral compuesto
básicamente de biotrones; ambos fueron, en realidad, creados de las diminutas
partículas de pensamientos de Dios, desintegrada y divididas por Maya, la ley
de relatividad, que interviene para separar aparentemente el número de sus
fenómenos.
“Las almas, en el mundo causal, se reconocen una a otra como entes
individualizadas del Espíritu gozoso; sus pensamientos-cosas son los únicos
objetos que les rodean. Los seres causales ven la diferencia entre sus cuerpos y
los pensamientos que reducen a meras ideas. Como un hombre, cerrando sus
ojos, puede visualizar una luz blanca deslumbrante o una bruma azul que se
desvanece, también los seres causales, por el pensamiento sólo, son capaces de
ver, oír, sentir, gustar y tocar; ellos crean cualquier cosa, o la deshacen, por el
poder cósmico de la mente.
“Tanto la muerte como el renacimiento en el mundo causal se verifican en
pensamiento. Los seres del cuerpo Causal gozan, se deleitan, se agasajan
únicamente con la ambrosía del conocimiento eternamente nuevo. Ellos beben
de los manantiales de paz, vagan sin necesidad de caminos sobre la extensión
de las percepciones, nadan sobre el océano-infinidad de la gloria, pero, ¡hete
aquí lo más sorprendente!: ¡Ven, por retrogresión-anamnética, el brillante
comienzo del entonces virgen poder inicial que desplegaron sus cuerpospensamientos
durante el inconcebible proceso creador del Espíritu en la
formación de trillones de planetas, burbujas recientes de universos, estrellassabiduría,
sueños espectrales de nebulosas doradas, todo ese conjunto
proyectado sobre el azul seno celestial del infinito.
“Muchos seres permanecen durante miles de años en el cosmos causal.
Profundizando más los éxtasis, el alma liberada sale entonces de su limitado
cuerpo y se incorpora a la vastedad del cosmos causal. Todos los separados
remolinos de ideas, las ondas particularizadas de poder, amor, voluntad, goce,
paz, intuición, serenidad, autocontrol y la concentración, se difunden en el
eternamente gozoso Mar de la Bienaventuranza. Ya no tiene una lama que
experimentar su deleite como una ola individualizada de conciencia, sino se
mezcla con el Océano-Cósmico-Uno, con todas sus olas —risa eterna,
vibraciones, éxtasis.
“Cuando un alma rompe el capullo de los tres cuerpos, ésta escapa para
siempre de la ley de relatividad y se convierte en el inefable Siempre-Existente
¡Observa la mariposa de la Omnipresencia! ¡Tiene grabadas sus alas con
estrellas, lunas y soles! El alma fundida en el Espíritu permanece sola en la
región de luz sin luz, oscuridad sin oscuridad, pensamiento sin pensamiento,
embelesada con el éxtasis de gozo en el sueño-Dios de la creación cósmica.
— ¡Un alma libre! —exclamé, sorprendido.
— Cuando un alma logra finalmente desasirse de los tres recipientes
corpóreos de la ilusión — prosiguió el Maestro—, se hace una con el Infinito
sin pérdida de su individualidad. Cristo había logrado esta libertad final aún
antes de que El naciera como Jesús. En tres etapas de su pasado, simbolizadas
en su vida terrenal con los tres días de experiencia de muerte y resurrección, él
había obtenido el poder de elevarse completamente en Espíritu.
“El hombre no desarrollado debe someterse a incontables encarnaciones
terrenales, astrales y causales con el fin de desprenderse de sus tres cuerpos.
Un maestro que logra esta libertad final puede elegir si regresa a la Tierra
como un profeta para hacer volver a Dios a los demás seres humanos, o como,
en mi caso, él puede escoger residir en el cosmos astral. Allí un salvador
asume algo del karma de ese mundo, ayudándoles así a terminar su ciclo de
reencarnación en el cosmos astral y residir permanentemente en las esferas
causales y proseguir él permanentemente hacia las esferas causales. Un alma
libre puede entrar al mundo causal en auxilio de sus seres para abreviarles el
lapso de permanencia en el cuerpo causal y obtener así su liberación absoluta.
— Maestro Resurrecto, quiero saber más acerca del karma que impulsa a
las almas a regresar a los tres mundos. —Yo hubiera podido escuchar por toda
la eternidad a mi Maestro Omnisciente, pensé. Nunca durante su vida terrenal
fui capaz, en un momento dado, de asimilar tanto de sabiduría. Ahora, por
primera vez, estaba yo experimentando una comprensión clara y definida
sobre los interespacios enigmáticos encima del tablero de damas de la vida y
la muerte.
— El karma físico, o deseos del hombre, deben llevarse a la realización
antes que su estancia permanente en los mundos astrales pueda ser posible —
elucidó mi gurú con su emocionante voz—. Dos clases de seres viven en las
esferas astrales; uno que aún tienen karma terrenal, quienes deben por ese
motivo rehabilitar un tosco cuerpo físico, a fin de pagar sus deudas kármicas y
se dispongan para ser clasificados después de la muerte física, más bien como
visitantes temporales al mundo astral que como residentes definitivos.
“A los seres de karma terrenal no redimido no les está permitido, después
de la muerte astral, ingresar a la alta esfera causal de ideas cósmicas, sino que
semejantes a una lanzadera, van de un sitio a otro: del mundo físico al mundo
astral exclusivamente, conservando sucesivamente la conciencia de sus
dieciséis elementos densos del cuerpo físico, y de sus diecinueve sutiles
elementos del cuerpo astral. Sin embargo, después de cada desprendimiento
del cuerpo físico, el ser no desarrollado procedente de la Tierra, permanece la
mayor parte del proceso en un estupor profundo del sueño-muerte y
difícilmente es consciente de la bella esfera astral. Después del descanso
astral, tal hombre regresa al plano material para recibir lecciones ulteriores,
acostumbrándose a sí mismo, a través de repetidas jornadas, a los sutiles
mundos de contextura astral.
“Los residentes normales, o los establecidos por mucho tiempo en el
universo astral, por otra parte, son aquellos que, libres para siempre de toda
ansiedad material, no necesitan regresar más a las lentas vibraciones de la
Tierra.
“Tales seres tienen solamente karma astral y causal por redimir. A la
muerte astral, estos seres pasan al infinitamente más fino y más delicado
mundo causal. Mudando la forma-pensamiento del cuerpo causal al término de
un espacio de tiempo determinado por la ley cósmica, estos seres adelantados
regresan, entonces, a Hiranyaloka o a un planeta semejante astral, de altura,
renacen en un nuevo cuerpo astral para llevar a efecto su no redimido karma
astral.
“Hijo mío, tú debes ahora comprender en forma más completa que yo
resucité por un decreto divino —continuó Sri Yukteswar—, más como un
redentor de almas que reencarnan astralmente y que vienen de regreso de la
esfera casual, en particular, que de aquellos seres astrales que vienen
ascendiendo procedentes de la Tierra. Estas almas, si aun retienen vestigios de
karma material, no pueden ascender hasta los muy elevados planetas astrales
como Hiranyaloka.
“La mayor parte de los habitantes de la Tierra no ha aprendido a
experimentar la visión que se adquiere por la meditación para apreciar los
goces superiores y las ventajas de la vida astral, y por esta razón, después de la
muerte, desea volver a los limitados e imperfectos placeres de la Tierra, de
igual manera muchos seres astrales, durante la desintegración normal de sus
cuerpos astrales, fracasan para retener en la mente el estado de adelanto propio
del goce espiritual en el mundo de las ideas o causas y, morando en los
pensamientos de la ostentosa felicidad astral, de mayor peso, anhelan volver a
visitar el paraíso astral.
“El pesado karma astral debe ser redimido por tales seres antes que logren,
después de la muerte astral, una estancia permanente en el mundopensamiento
causal, tan finalmente seccionado del Creador.
“Solamente cuando un ser ya no tiene más deseos por satisfacer con
experiencias agradables a la vista, del cosmos astral, y ya no puede ser tentado
más para tener que volver allí, puede permanecer en el mundo causal.
Completando así el trabajo de redención respectivo al karma causal, o
simientes de los deseos pasados, el alma confinada arroja el último de los tres
tapones de la ignorancia y, emergiendo del jarrón final del cuerpo causal, se
identifica con el Eterno.
“¿Comprendes ahora? —¡El Maestro sonrió encantadoramente!
— Sí, por conducto de tu gracia; me mantengo callado por el júbilo y la
gratitud. ¡Nunca de canción o relato alguno obtuve un conocimiento tan
inspirador! Aunque las Escrituras Hindúes hacen referencia a los mundos
astral y causal y a los tres cuerpos del hombre, ¡qué remotas e insignificantes
resultan esas páginas comparadas con la cálida autenticidad de la revelación
hecha por mi Maestro resucitado!, para quien, en verdad, no existe un solo
“país por descubrir de cuyos linderos ningún viajero regresa”.
— La interpretación de los tres cuerpos del hombre se expresa de varias
maneras a través de su triple naturaleza —continuó mi gurú—. En estado de
vigilia sobre la Tierra, un ser humano es más o menos consciente de sus tres
vehículos. Cuando él ejerce sensoriamente las funciones del gusto, olfato,
tacto, audición y vista, está actuando principalmente por conducto de su
cuerpo físico. Visualizando o ejecutando la volición, está obrando
principalmente por medio de su cuerpo astral. Su instrumento causal encuentra
expresión cuando el hombre está pensando o sumiéndose profundamente en la
introspección o en la meditación; los pensamientos cósmicos de los genios le
vienen al hombre que habitualmente establece contacto con su cuerpo causal.
En este sentido un individuo puede ser clasificado en general como: “un
hombre material”, “un hombre energético” o “un hombre intelectual”.
“Un hombre se identifica a sí mismo por espacio de dieciséis horas diarias
con su vehículo físico. Después duerme; si él sueña, permanece en su cuerpo
astral, creando sin esfuerzo cualquier objeto, igual como lo hacen los seres
astrales. Si el dormir del hombre es profundo y sin sueños, por varias horas él
se capacita para transferir su conciencia, o el sentido del yo, al cuerpo causal;
tal dormir es vivificante. Uno que sueña cuando duerme, hace contacto con su
cuerpo astral y no con el causal; su dormir no es completamente restituyente.”
Yo estuve observando cariñosamente a Sri Yukteswar mientras él me
exponía su maravillosa comunicación.
— Gurú angélico —le dije—, tu cuerpo tiene la apariencia exacta que tuvo
la última vez, cuando lloré ante él en la ermita de Puri.
— Así es; mi nuevo cuerpo es una copia perfecta del anterior. Yo
materializo o desmaterializo esta figura en cualquier momento a voluntad, con
mucha mayor frecuencia que lo hice sobre la Tierra. Por la rápida
desmaterialización, viajo ahora instantáneamente, valiéndome de un expreso
de luz, de a planeta, o bien, del mundo astral al mundo causal o al físico.
Mi divino gurú añadió sonriendo:
— A pesar de que estás cambiando de lugar con tanta frecuencia en estos
días, no tuve dificultad para localizarte en Bombay.
— ¡Oh, Maestro, estuve tan profundamente afligido por tu muerte!
¡Ah! ¿En dónde morí yo…? ¿No hay alguna contradicción? —Los ojos de
Sri Yukteswar estaban parpadeando recreativamente, con amor—. Únicamente
has estado soñando en la Tierra; en esa Tierra viste mi cuerpo-sueño,
posteriormente tú sepultaste esa imagen-sueño. En el presente mi cuerpo, más
fino, que me observas, y que en ese momento estás abrazando más
estrechamente, está resucitado sobre otro planeta-sueño-de-Dos más fino.
Algún día ese cuerpo-sueño y ese planeta-sueño más fino dejarán de ser;
tampoco ellos están hechos para existir por siempre.
“Todas las burbujas-sueño deberán estallar en forma eventual al toque final
del completo despertar.
“Diferencia, hijo mío, Yogananda, entre sueño y realidad.”
Esta idea Vedántica de resurrección me conmovió, dejándome maravillado.
Yo me avergoncé de haber compadecido a mi Maestro cuando contemplé
su cuerpo sin vida en Puri. Por fin, comprendí que mi gurú siempre estuvo
completamente despierto en Dios, percibiendo que su propia vida, a medida
que transcurría sobre la Tierra, y su presente resurrección, fueron sólo
relatividades de las ideas divinas en el mundo cósmico.
— Te he dicho ahora, Yogananda, las verdades sobre mi vida, muerte y
resurrección. ¡No te aflijas por mí; más bien difunde por todas partes la
historia de mi resurrección de la tierra-sueño-de-Dios de los hombres a otro
planeta-sueño-de-Dios de almas revestidas astralmente! ¡Nuestra esperanza se
infundirá en los corazones de los soñadores-cegados por el “sueño maya” del
mundo, temerosos de la muerte!
— ¡Si, Maestro, con toda voluntad compartiré con los demás el goce de tu
resurrección!
— Sobre la Tierra, mis métodos de vida fueron demasiado incómodos,
desagradables a la naturaleza de la mayoría de los hombres. A menudo yo te
regañé más de lo que debía haberlo hecho. Tú pasaste mi prueba; tu amor
brilló al través de todo el cúmulo de reprimendas —agregó él con ternura—.
Vine también para decirte que nunca más usaré el rigor en la mirada para
censurarte, no te regañaré más.
¡Cuánto he echado de menos los castigos de mi gran gurú! Y cada uno fue
para mí como un ángel guardián de protección.
— Queridísimo Maestro, repróchame un millón de veces, regáñame ahora.
— Ya no te reprenderé más. —Su divina voz era severa, empero con una
sonrisa condescendiente—. Tú y yo sonreiremos juntos, tanto tiempo como
nuestras dos figuras aparezcan desiguales ante Dios en el sueño-maya.
“¡Finalmente, nos fundiremos, haciéndonos uno con el Amado Cósmico;
nuestras sonrisas serán la Suya, nuestro gozoso cantar unificado vibrando por
toda la eternidad se esparcirá sobre las almas armonizadas con Dios!
Sri Yukteswar me dilucidó ciertas materias cuyo contenido no puedo
revelar aquí. Durante las dos horas que pasó conmigo en el hotel de Bombay,
me respondió todas las preguntas que le hice. Un cierto número de profecías
que me confió ese día de junio de 1936, han tenido ya exacto cumplimiento.
— ¡Ahora tengo que dejarte, amado! —con estas palabras, sentí que el
Maestro se desvanecía entre mis brazos.
“Hijo mío —su voz vibró en lo más profundo de mi alma—, cuando
traspases los umbrales de nirbikalpa samadhi y me llames, vendré a ti en
forma humana, tal como lo he hecho hoy…
Con esta celestial promesa, Sri Yukteswar se desvaneció ante mis ojos.
Una voz espectral repetía, con un sonido musical y majestuoso trueno:
— ¡Dilo a todos! Quienquiera que sepa, por medio de nirbikalpa samadhi,
que vuestra tierra es sólo un sueño de Dios, puede venir al más finamente
creado planeta de Hiranyaloka y encontrarme allí resucitado, con un cuerpo
exactamente igual al que tenía en la Tierra. ¡Dilo a todos, Yogananda!
La tristeza de su partida se había desvanecido. La piedad y la pena que me
habían producido su muerte y que tanto tiempo robaran mi paz, se
desvanecieron para convertirse en un sentimiento de vergüenza. Una sensación
de bienaventuranza se derramó sobre mí y penetraba por los poros recién
abiertos de mi alma. Como organismos largo tiempo en desuso, ahora
experimentaba la bendición del éxtasis. Los sentimientos y emociones de
pasadas encarnaciones perdieron al instante sus manchas kármicas, renovados
por la visita divina de Sri Yukteswar.
En este capítulo de mi autobiografía he obedecido los deseos de mi
Maestro y he esparcido la bendita nueva, aunque confunda a una generación
escéptica por una vez más.
El hombre sabe muy bien cómo envilecerse, y la desesperación raramente
constituye una ayuda; no obstante, éstas son perversidades y no forman, en
verdad, parte de la positiva naturaleza del hombre.
Cuando lo desee, el hombre pude entrar en el camino de la liberación. Ya
ha oído demasiado a los pesimistas que proclaman que “polvo somos”, sin
tener en cuenta la índole inconquistable del alma.
Yo no fui el único privilegiado en recibir la visita del Maestro resucitado.
Uno de los discípulos de Sri Yukteswar era una anciana mujer, conocida
por el mote afectuoso de Ma (madre), cuya casa se encontraba cerca de la
ermita de Puri. El Maestro solía detenerse a charlar con la mujer durante su
paseo matinal. En la tarde del 16 de marzo de 1936, Ma llegó a la ermita y
solicitó ver al Maestro.
— Vamos, si el Maestro murió una semana… —El swami Sebananda,
ahora a cargo de la ermita de Puri, miro a la mujer con tristeza.
— ¡Eso es imposible! —protestó la mujer, sonriendo ligeramente—. ¿No
será que quiere usted proteger al Maestro de los visitantes importunos…?
— No. —Sebananda relató a la mujer los pormenores de la ceremonia
fúnebre.
— Venid —dijo a la mujer—, os conduciré al jardín para que veáis la
tumba de Sri Yukteswar.
Ma movió la cabeza.
Para él no hay tumba. Esta mañana, a las diez, pasó frente a mi puerta, en
su recorrido usual. Yo hablé con él durante varios minutos, a plena luz del
día…
— Venid esta tarde a la ermita —dijo el swami.
— ¡Aquí estoy ya! ¡Las bendiciones han caído sobre mi pobre cabeza gris!
—¡El Maestro inmortal quiso que yo comprendiera en qué forma trascendental
me visitó esta mañana!
El asombrado Sebananda se arrodilló ante la mujer.
— ¡Ma! —dijo—. ¡Que peso me habéis quitado de encima! ¡El Maestro se
ha levantado!

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